Como
decía en el primer artículo publicado en AFICION PERU, mi propósito es
establecer contacto con la afición tocando temas relacionados a la fiesta en
todos sus aspectos. Hoy escribo este artículo para comentar cómo la gesta
realizada al 13 de Mayo de 2014 por Iván Fandiño en la Feria de San Isidro, es
un claro ejemplo de lo que mirando en el mundo taurino es aplicable a cualquier
actividad de la vida.
Iván
Fandiño hasta hacen unos cuatro o
cinco años atrás era un torero que con pocas oportunidades luchaba
por ganar un sitio en el toreo con una idea clara en sus objetivos; ser figura
del toreo. Para ello tenía que aceptar las corridas llamadas duras con ganado que
otros no quieren, toros con mucha casta y muchas veces con mucho peligro. Pese
a esa circunstancia adversa y de la mano de Néstor García su apoderado y gran
soporte en su carrera, fue persistiendo en su objetivo
tratando de aprovechar cada oportunidad que se le presentaba, sin desmayar y
demostrando un gran valor como su entonces cualidad principal, pero también
dejando muestras de la calidad que se necesita para triunfar en tan difícil
como bella profesión.
Su
inclusión en algunas Plazas importantes mostraba a un torero que buscaba
hacerse notar con posibilidades y así, poco a poco, empezó a ser apreciado por
la afición y por algunas empresas que empezaron a incluirlo inicialmente como
relleno de sus Ferias, pero el indomable espíritu del torero demostraba que
podía llegar en cuanto se le dieran más posibilidades. Ya en el año 2010 se
notaba que iba escalando posiciones y en la Feria de San Isidro de 2011 logró
mostrarse de manera clara y empezaron a llegar los contratos. Ese año vino a
Lima por primera vez y mostró el porqué de su ascenso en el escalafón. La
afición de Lima lo vio y acogió y es así que ha vuelto a nuestra Feria los
siguientes años en los cuales cada vez lo hemos visto más cuajado y ya como torero imprescindible en carteles
de categoría.
El
año pasado triunfó en la Feria de San Isidro en el único toro que pudo lidiar
pero se frustró la puerta grande porque recibió una cornada al entrar a matar
luego de su faena triunfal. Pero es evidente que esa soñada Puerta que conduce
en triunfo hacia la Calle de Alcalá estaba muy fija en la mente del torero y
este año por fin ha cumplido ese sueño en una corrida frente a toros serios y
con casta, a los cuales hay que enfrentar en iguales condiciones de casta y
valor. Quienes hemos podido ver su actuación frente a dos bravos toros de
Parladé, hemos disfrutado con esa
emoción que surge de la grandeza del sublime arte del toreo cuando se
ejecuta con esa verdad. Y llegó entonces por fin esa Puerta Grande, merecido
premio para un torero con mucha verdad en su quehacer, ante lo cual no tengo
reparos en calificar como lo hago en este titular reiterando lo dicho : Fandiño,
ejemplo de resultados de la constancia