Excelentísimas autoridades, señoras, señores, buenas noches.
En primer lugar, me gustaría dar las
gracias al jurado de este prestigioso premio por haber pensado en mí como
merecedor del galardón otorgado. En especial al excelentísimo señor Luis
María Anson, alma del Paquiro, y al diario EL MUNDO, dirigido por don Casimiro
García-Abadillo, por su apoyo incondicional a los toros.
Como he comentado en alguna ocasión,
unir mi nombre al de Bilbao y a su plaza es todo un honor por lo que significa
esta ciudad para el toreo, por lo que ha significado en mi carrera como
torero y por la comprensión que ha encontrado mi arte en esta plaza y
en esa afición a la que si tuviera que definir de alguna manera sería como la
plaza que se rige por un equilibrio como razón fundamental para llegar a la
grandeza conseguida.
No quisiera dejar pasar esta oportunidad
que me brindan ustedes para mostrar mi más sincera gratitud y reconocimiento a
una persona que nos dejó recientemente, Iñaki Azcuna, quien tanto hizo por su
ciudad y tanto aportó a la fiesta de los toros desde su más profundo sentimiento
de aficionado: Iñaki, desde su calidad como persona ofreció categoría la fiesta
de los toros. Será recordado como el eterno alcalde de Bilbao y como un
referente del equilibrio entre las ideas y los hechos. Yo
personalmente le estoy muy agradecido por el cariño que me ofreció y el apoyo
incondicional que sentí por su parte hacia mi torero. Gracias Iñaki y hasta
siempre.
Equilibrada es la definición tanto por profesionales del toreo como
aficionados y prensa de la Aste Nagusia de Bilbao en sus Corridas Generales.
Equilibrio desde el toro como argumento
principal; ése tipo de toro que incluso ha llegado dar nombre a un tipo
de trapío apropiado para esta plaza: el toro de Bilbao.
Equilibrio y elección en las ganaderías
apropiadas, en el control de los toros reseñados, en la seriedad en los
compromisos adquiridoscon los ganaderos y con los toreros.
Equilibrio en los protocolos que llenan de respetuosas y didácticas
demostraciones en los sorteos el orgullo de sus Corridas Generales: el toro, su
toro, el toro de Bilbao.
Equilibrio en forma de respeto hacia el
torero por parte de una afición que entiende perfectamente que hay unos toreros
que se van enfrentar un toro muy serio, a su toro de Bilbao y por lo tanto la
paciencia y comprensión para dejar desarrollar al artista, al torero. Todo
ello es fundamental para conseguir hacer el toreo y sentirte torero.
Equilibrio de justicia en el premio al
triunfador, y no me refiero al que otorga el presidente, no. Me refiero al
triunfo interior, ése que dice sensaciones, que en cierta medida otorga
la afición al torero que se dejó el alma en el oscuro ruedo del Botxo
en busca del éxito por la senda de la sinceridad encuentra la nueva oportunidad
de conseguirlo por reafirmarlo por la vía de la repetición con nuevos contratos.
De eso yo puedo dar fe, pues si mi carrera tiene un arranque definitivo se lo
debí en su día a un triunfo que dejó en la plaza de toros de Vista Alegre la
impronta de un reconocimiento mutuo entre el torero y la afición, pero también
la fe que depositó en mí el muy querido y recordado empresario don Manuel
Chopera.
Equilibrio es el camino que nos conduce
por la senda del sentido común a realizar aquellas cosas que siendo
difíciles de hacer, se logran con cierta apariencia de sencillez para alcanzar
la grandeza de la obra maestra.
Todo eso es Bilbao para mí, la
referencia de un modo de hacer, de una forma de trabajar, que la Junta
Administrativa desde 1900, presidida hasta hace poco por Iñaki Azcuna y su
comisión taurina dirigida por nuestro querido y admirado amigo Javier Aresti,
que lleva a cabo desde la discreción mostrándose como una referencia
que deben aprovechar todos los que quieran alcanzar la excelencia en
organización de ferias de primer orden.
Me considero un ser privilegiado en la
vida por todo lo que he podido conseguir a través del toreo. De niño
aposté por salir a buscar el sueño y la fantasía que mi abuelo Leandro me
inculcó. Este camino es el que seguido toda mi vida, ya en sea mi
carrera como torero como en mi vida privada. Buscar el equilibrio entre las
cosas que forman mi vida, y gran parte de mi vida está dentro del toreo, de ese
mundo de locos que en pleno siglo XXI somos capaces unos cuantos vestirnos
ante los ojos del mundo con trajes chispeantes y medias de color rosa para
jugarse la vida ante el toro solamente para crear el arte del toreo.
¡Qué grandeza la del ser humano que siente la sensación de ser único
delante de un toro! Si para eso hay que morir aquí, señores, se muere de verdad.
Yo he pagado mi tributo al toreo. Ocho
cornadas cruzaron mis carnes, multitud de volteretas que me dejaron marcadas
las vértebras, costillas y clavículas. En dos de estas cornadas sentí
la muerte cercana, sentí ese olor a cera que decía mi paisano Blanquet,
fiel banderillero de Gallito. En la última recientemente en Valencia mientras
sentí el pitón en mi cuello, entendí que podía ser el final, lo pensé, medio
tiempo a pensarlo y tuve miedo, pero no resentimiento hacia el toro que me
cogió. Sentí miedo porque desde niño entendí la realidad del toreo, entendí
que la muerte vive y es real también en el ruedo.
He vuelto a las plazas incluso si cabe
más maduro después de 25 años como matador de toros, más consciente de lo
que ponemos en juego pero sobre todo más torero. Disfruto del toreo en
un sentido más amplio, en un estadio superior y lo entiendo cada tarde que
pasa, más como me lo explicó mi abuelo: más clásico, más puro.
Dicen que lo que sucedió en Bilbao en
mis dos últimas tardes agosteñas es de 2013 fue como una revolución del toreo
clásico, sedujo toda una plaza con ese inexplicable embrujo de lo clásico yo lo
sentía desde mi interior y eso me empujaba profundizar el mío blanco conjunción
con el toro. Ya son 57 tardes en las que he cruzado el oscuro redondel
de Vista Alegre, muchos son los toros inmortalizados por la historia que
toreado en esta que pudiera decir, sin temor a equivocarme, que es una de mis
plazas preferidas. El ambiente me motiva y me incita a la entrega superlativa.
Prueba de ello es el toreo que he vivido con 'Naranjito', 'Cañero',
'Trujillo','Invasor', 'Histrión', 'Treinta y uno' y muchos más toros que me han
permitido expresarme en toda mi dimensión artística.
Cinco veces he cruzado el umbral de su
puerta grande a hombros de la ficción y cada una de ellas he sentido el
orgullo de ser como se dice en México el consentido de esta plaza
bilbaína.
Como decía anteriormente el equilibrio,
como fundamento de la Tauromaquia, es lo que ha perseguido mi vida como torero. La
técnica es el armazón sobre el que se construye la obra bien hecha, firme y
segura. En muchas ocasiones he reflexionado acerca de si la técnica se
aprende, que creo que sí, a través de inteligencia cognitiva, pero también debe
existir una inteligencia emocional que te invita a reaccionar con argumentos
técnicos cuando las reacciones del toro son imprevistas. El arte del toreo
es un equilibrio constante entre la lidia como arte y la belleza del embroque
como fin: la lidia en su conjunto es el arte supremo, la estética es
la culminación del sueño.
Yo busco que mi toreo sea luminoso, como
la luminosidad que sólo fue capaz de atrapar en sus lienzos mi paisano Joaquín
Sorolla porque no tiene dobleces, es claro y diáfano como la luz de mi tierra,
porque enseña toreo con las puertas abiertas de par en par sin falsos
misterios disfrazados de barrocas composturas. Yo soy de Valencia y los
valencianos tenemos esa particularidad de vivir con las puertas abiertas pero
en muchas ocasiones pienso que tal vez tengan razón aquellos que dicen que los
de Bilbao nacen donde quieren porque yo, en Bilbao, me siento como en casa.
Muchas gracias