La
tan esperada y querida festividad, se celebró el pasado sábado 28 de mayo en la
ganadería de “Camponuevo” de propiedad del maestro Rafael Puga y su esposa Susy
Aramburú de Puga, anfitriones de primera y que agradecemos el cariño y la
gentileza con la que siempre somos recibidos todos los hermanos de “La Cruz del
Toreo”.
Ni
bien uno llega, el ambiente, de la que una vez denominamos a esta finca, “El
Santuario del Toro Bravo en el Perú”, hace que uno respire un aire con la fina
y pura esencia que allí, se crían toros de lidia y caballos peruanos de paso.
El
inicio es siempre agradable, el reencuentro con buenos amigos, la tertulia de
toros y de caballos, y por supuesto, el tema cumbre, fue hablar con orgullo del
diestro Andrés Roca Rey, al final de cuentas, allí se hizo, allí firmó su primer
contrato cuando apenas tenía siete años.
Todo
se va preparando durante la mañana, los amigos van llegando, mientras que en el
jardín, se ultiman todos los detalles para la romería hacia el cerro donde está
enclavada la “Santísima Cruz del Toreo”, no piensen que está cerca de la casa y
sus anexos, para nada, hay que caminar algunos kilómetros, que se hacen nada al
compás de los cohetes que retumban en el celeste cielo, llenó de sol.
Al
llegar al cerro, nos recibe la imponente “Cruz del Toreo”, adornada con su
manto, y todos los trastos que se utilizan para la lidia de un toro bravo, así
como también los detalles del caballo peruano de paso y el gallo de pelea. Se
van acomodando los adornos, mientras los fieles suben a ella, donde el
sacerdote, va oficiar la Santa Misa, liturgia muy especial, y que esta ocasión
se recordó a personas muy queridas del ambiente taurino recientemente
fallecidas, especialmente al novillero Renatto Motta y al aficionado Oscar
Ballón.
De
regreso, todos nos volvemos a reunir en los anexos a la plaza de tientas, para
disfrutar de un tentadero, cuatro becerras y un novillo, fue el banquete
taurino. Todas ellas salieron cumbres para el toreo, tanto de los matadores,
como de los hacen tapia. El novillo fue bravísimo, con motor, y el matador
Emilio Serna lo toreó muy bien.
En
las becerras participaron el matador Fernando Roca Rey, Gabriel Tizón, Flavio
Carrillo, y tuvimos la suerte de “repasar” Juan Manuel Roca Rey, Raúl Aramburú
y su hijo Vasco, quien escribe estas líneas, entre otros y a caballo como
tentador, el padrino, Fernando Puga Abad.
La
tarde va transcurriendo entre olés y buena música taurina mientras se torea,
además de una que otra voltereta en tono menor. ¡Que buenas becerras!
El
almuerzo, ese es otro tema, gastronomía peruana, en su máxima expresión.
Particularmente, y como ya conozco el tema, tres días antes, como menos que San
Francisco de Asís, porque me voy mentalizando en los “GARBANZOS”, únicos,
incomparables, receta mágica, hechos a fuego lento, en perol bronce que tiene
más de cien años. Frejoles, cau cau, seco de carne, olluquito, arroz, ensaladas,
todo del más alto nivel culinario. Cierra la corrida, los dulces, alfajores de
varios tipos, y por supuesto, si de criollismo se trata, los picarones son el
broche de oro de este festín al paladar.
La
noche va entrando y todos reunidos en el precioso y acogedor jardín para un
mano a mano musical y de talentos que nos estaba previsto en el guión, entre
los aficionados y los taurinos, valgan verdades los taurinos estuvimos siempre
en la delantera, jajaja!!!, pero al final quedó en empate.
Los
que regresamos a Lima, nos vamos despidiendo, con la ilusión de volver el
próximo año, para vivir nuevamente con fe y devoción la fiesta en honor a la “Santísima
Cruz del Toreo de Camponuevo”.
Gracias
al maestro Rafael, y a toda su familia por darnos un refugio taurino, lejos de
todo aquello que a veces nos separa, porque “Camponuevo”, es y será…”El
Santuario del Toro Bravo en el Perú”.